Salir se ha convertido en nuestro objetivo más inmediato, interactuar y retomar nuestros roles sociales intentando volver a reconocernos en ese exterior que aparentemente nos define.

Envolver, cubrir, vendar; son actos comunes reconocibles en el gran tablón urbano. La ciudad se descifra como manufactura dúctil del habitar colectivo.

El trabajo como espacio social dónde las personas se desenvuelven, es al mismo tiempo, un lugar dónde la individualidad se desconfigura.

Es la historia del objeto mudo, involucrado y a la vez ajeno de toda historia, una persecución consciente sobre los múltiples estados de estos cuerpos de vida anónimo y desterrada.

Anunciación muda de la intimidad, un espectáculo contemplativo de lo cotidiano, Hechos usuales que, a la luz de un dispositivo, revelan nuestro modo de relacionarnos.

El fuera de campo que se reconstruye en el imaginario de los desplazamientos y actos que gesta la escena para desembocar en objetos que construyen un lugar, un espacio que se expande hacia afuera para volver a empezar.

Turno muerto, tiempo intacto de la faceta interna de la vida, donde todo se despoja y las fachadas se quiebran.

Objetos y situaciones se vinculan en una pose ajena, imágenes publicitarias y objetos de consumo, interactúan con el objeto consumido en la dinámica de la ciudad.

Son una interrupción cotidiana, un evento fortuito que pone en duda su hallazgo y su contemplación, que vemos?, es un hecho real , una apuesta en escena.

La construcción de imágenes, el vinculo entre estados y cuerpos, extienden y perduran de nuevo un hecho escultórico.